Por Vladimiro del Prado.-
Diario la República - Viernes, 30 de abril de 2004 |
Hace un año nos dejó el talentoso escritor, periodista,
investigador y profesor universitario Manuel Miguel de Priego. Su producción
escrita más fecunda y fructífera se dio en los últimos trece años de su vida,
precisamente a partir de 1990, año en que se le detectó la dolorosa enfermedad
que finalmente lo condujo a la muerte. Pareciera que Manolo hizo un solemne y
perentorio convenio consigo mismo: concentra toda su inteligencia, energía y
vitalidad que le restaba en dar a luz textos valiosos y profundos sobre
literatura e historia y, de esa forma, prolongar su existencia más allá de la
desaparición física.
En 1970 publicó "VALDELOMAR Y SU TIEMPO" que fue
su tesis para graduarse en la Universidad San Luis Gonzaga de Ica. Luego de un
paso prolongado por el periodismo y la política, en 1992 edita "VALLEJO,
EL ADIÓS Y EL REGRESO", conjunto de artículos y ensayos periodísticos
donde encontramos un Vallejo que acompaña a los seres humanos a mejorar su
mundo y aproximarnos a la fraternidad universal.
En 1999, dedicado ya a plenitud a la docencia e
investigación universitaria, el Fondo Editorial del Congreso publica "LA
CIUDAD Y EL TIEMPO: PISCO, PORRAS Y VALDELOMAR" con ensayos de Waldemar
Espinoza, Pablo Macera, Ricardo Silva Santisteban y una visión suya sobre Valdelomar
en ese puerto sureño.
Sumergido ya en una batalla final contra la enfermedad que
minaba su organismo, sale a luz el año 2000 "VALDELOMAR, EL CONDE PLEBEYO",
su obra más ambiciosa y lograda que constituye, quizás, la biografía más
importante sobre el autor de "El Caballero Carmelo", producto de casi
una década de paciente investigación de archivos y visitas a los lugares donde
transcurrió la azarosa existencia del genial y controvertido escritor [iqueño].
Su obra final "CÉSAR VALLEJO, ENSAYOS Y REPORTAJES", editada a fines
del 2002 por el sello de la Pontificia Universidad Católica, es una compilación
completa, voluminosa y analítica de la numerosa obra no poética de nuestro vate
universal.
A los amigos más queridos los solemos recordar por algunas
vivencias anecdóticas y en ciertos casos trascendentes. En el caso de Manolo no
podremos olvidar jamás su conversión fluida y culta, su palabra aluviónica y puntual
pero, sobre todo, su prodigiosa e ilustrada memoria que nos hacía recorrer, con
sorprendente versación, los más diversos tópicos de la cultura universal. Tuve
oportunidad, en el último tramo de su vida, de compartir con él y Gustavo
Espinoza una intensa jornada de trabajo, cuando pergeñábamos el libro de
homenaje a Jorge del Prado promovido por el Congreso de la República. En su
sencilla y ordenada casa de Jesús María estuvimos encerrados varios días
seleccionando fotos y materiales, haciendo notas y textos contagiados, en todo
momento, por su singular entusiasmo y rigurosidad académica para que siempre
estuviera el dato preciso y la palabra adecuada.
El no pudo estar en la presentación por su delicada salud -a
los pocos meses falleció- pero su aporte fue invalorable y así lo hicimos
notar. No sería exagerado afirmar que con Manuel Miguel de Priego se fue gran
parte de la historia hablada y comprometida de nuestro país y su vasta
formación humanista perdurará a través de sus numerosos alumnos y amigos por
todo lo que nos enseñó y transmitió.
¡Un abrazo
interminable para ti, Manolo, y no olvides de recordarnos, cotidiana, cariñosa
y a veces gruñonamente que la vida debe ir acompañada siempre de acciones y
hechos que hagan progresar a la humanidad!
Tomado de:
http://www.larepublica.pe/30-04-2004/memoriam-manuel-miguel-de-priego-por-vladimiro-del-prado
Tomado de:
http://www.larepublica.pe/30-04-2004/memoriam-manuel-miguel-de-priego-por-vladimiro-del-prado
No hay comentarios:
Publicar un comentario