Además de atender pacientes, usted se dedica a la
investigación…
La Cayetano Heredia tiene varias virtudes: primero, es muy
exigente en términos académicos; segundo, nos exige ser buenos médicos;
tercero, tenemos muy buena práctica médica; cuarto, desde estudiantes tenemos
contacto con los pacientes; quinto, siempre ha acogido a grandes médicos,
locales y extranjeros; sexto, siempre ha promovido la investigación.
Está feliz en la universidad…
La Cayetano Heredia tiene un ambiente extraordinario. El Dr.
Carlos Monge, por ejemplo, solo se dedicó a investigar, nunca vio un paciente,
pero yo soy un médico clínico al que le gusta investigar. Por eso, mis primeros
trabajos fueron sobre cosas comunes como la fiebre tifoidea y la fiebre de
malta. Hago mucha investigación de enfermedades que vemos con frecuencia o de
aquellas a quienes nadie les pone interés.
Es decir, nunca dejó el lado clínico…
Yo parto de los pacientes. Paso visita y hago consulta dos
veces por semana, es decir, veo pacientes todo el tiempo: un 30% de mi tiempo
es asistencial, el 40% es para hacer investigación. Hoy, estudio las
tuberculosis que son resistentes.
Cuando empezó, ¿tenía recursos?
No.Para mis primeras 100 investigaciones no tuve un
penique. Nosotros hacíamos una tarjeta por cada paciente con tifoidea. Al
terminar el año, tenía 600 fichas, esto nos dio una gran fortaleza, pues
sistematizamos lo observado. Así empecé a ser visto como un experto en
tifoidea, pero, en realidad, éramos un grupo. Esta es otra lección, uno puede
liderar alguna parte de la investigación, pero esta se hace en grupo. En
instituciones como esta tengo la suerte de que, cuando me siento a almorzar, a
mi izquierda tengo a un experto en biología molecular, a mi derecha a un médico
clínico, y, así, nuestra charla es multidisciplinaria.
¿También es internacional?
Para eso, primero hay que publicar. Para que decidan
apoyarte, tienen que ver tus resultados. Nosotros propiciamos la cooperación
internacional, por eso, desarrollamos investigaciones conjuntas con médicos
españoles, italianos, belgas, estadounidenses, canadienses, etc. Acá, el
Gobierno no apoya la investigación. Si yo quiero ser investigador, ¿a dónde me
voy?, ¿qué hago? En México, el médico que investiga recibe tres veces su
sueldo. Acá, el investigador como tal, no existe. Recién han aparecido
opciones: este año se invertirán 300 millones de soles, pero debería invertirse
más. Una universidad no solo son clases, es, sobre todo, investigación.
¿Cómo se metió en el mundo de las enfermedades tropicales?
Porque en el Perú estas son las enfermedades –junto con las
infecciosas– más comunes; la malaria, la uta, la tuberculosis y el cólera son
enfermedades de países pobres. El panorama está cambiando –la gente tiene
diabetes, hipertensión, cáncer– pero las enfermedades infecciosas siguen
teniendo presencia en las zonas pobres.
También es especialista en dengue…
Las enfermedades infecciosas son muchas, y se les llama
tropicales porque están entre los trópicos, pero con la globalización estas
aparecen en todos lados. En España, por ejemplo, están preocupados con el
Chagas que viene de Bolivia. Pero también estudiamos la gripe, de la que
tenemos mucha información.
¿Han logrado que sus investigaciones se hagan políticas
públicas?
Es complicado, pero ese es uno de nuestros éxitos. Le
cuento. Hace años, con el Dr. César Cabezas, hicimos un estudio sobre
hepatitis. El Estado no quería gastar en vacunas contra esta, pero, a raíz de
nuestro trabajo, se creó un Plan Nacional de Vacunación contra la Hepatitis B,
hoy todos se vacunan contra ella en el Perú. Algo similar pasó con los
pacientes con Sida y tuberculosis.
Hace poco hubo una epidemia de dengue en Iquitos…
Y fue muy bien manejada por los médicos de la zona. Su
mortalidad fue muy baja, y quienes la combatieron son ex médicos residentes
nuestros. También participamos en la educación en salud. Por ejemplo, le
decimos a la gente cómo evitar el dengue, que se transmite a través de un
mosquito. Uno no puede fumigar la selva, pero sí se pueden controlar las larvas
de los mosquitos mediante el aseo.
Mañana recibe los 100 mil dólares del Premio Carlos Slim…
Es por mi trayectoria profesional. Quieren estimularme para
que me siga dedicando a la investigación. Y no, no sé a qué destinaré ese
dinero. Quizás se convierta en mi pensión de vejez (ríe).
TOMADO DE:
Autor: Gonzalo Pajares. gpajares@peru21.com
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