La ciudad quedó destruida y
murieron más de 300 personas. Uno de los relatos de este sismo lo debemos al
Licenciado Cristóbal Rodríguez Álvarez,
cura de la Iglesia Parroquial de San Jerónimo y el cual dice:
“Hubo ese día en la ciudad de Ica un temblor de tierra tan grande, tan
violento en la fuerza, tan acelerado en la duración que en espacio de un credo
asoló a toda la ciudad, sin que quedase piedra sobre piedra en todas las casas y
templos de cal, piedra y ladrillo de muy preciosa y fuerte arquitectura: tales
eran los de San Francisco y San Agustín, que se reputaban eternos y sacudidas
sus paredes y azotadas unas con otras, se deshicieron en muy menudos pedazos,
sin que quedase pared, arco, ventana o portada que pudiera servir, otra vez
abrióse la tierra por muchas partes; en los montes y campos se desunía la
tierra formando abras y horribles profundidades que parecían bocas para
tragarnos. Corrió el rio en más de seis riegos de agua, rebosaron algunos pozos
de la ciudad, arrancándose de raíz muchos y grandísimos árboles sauces y
espinos. Siguieron unos sesenta temblores. Las ruinas llegaron a Pisco, donde
como sesenta personas quedaron ahogadas unas y despedazadas otras del golpe de
las paredes”. En Lima, se sintió este sismo con gran intensidad.
Tomado de: Alberto Giesecke –
Enrique Silgado. TERREMOTOS EN EL PERÚ. Primera edición julio 1981. Ediciones
Rikchay Perú. Página 20.
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